La semana pasada en una de nuestras reuniones periódicas con los papás/mamás, en la que solemos intercambiar impresiones de evolución y establecimiento de objetivos, nos refirieron algunas cuestiones en lo relativo a la cognición social y las emociones.
Según cada etapa madurativa es habitual que el procesamiento y regulación de las emociones así como la cognición social y la sociabilización vayan atravesando fases distintas de desarrollo por lo que siempre es positivo revisar junto a los padres, que son quienes más tiempo pasan con los niños, cómo está siendo su evolución en los distintos contextos de su vida.
Para valorarlo, utilizamos el juego simbólico de roles y a continuación os explicamos en detalle:
Llevamos a cabo una dinámica con varias actividades donde la niña era «la doctora de las emociones» y nos tenía que ayudar a investigar sobre las mismas.
1. En primer lugar le pedimos anotar las emociones que se sabía para conocer desde qué punto de conocimiento partíamos. Apuntó: tristeza, miedo, rabia, calma/tranquilidad, sorpresa.
2. En segundo lugar le dimos tarjetas de caras que dijimos que eran de “sus pacientes” y fue clasificándolas en función de cómo se sentían. Ella me iba explicando en qué se fijaba para hacerlo así (p.e: en la boca para saber si es alegría, las cejas de la rabia, etc). Lo hizo fenomenal aunque a veces se olvidaba de la posición donde estaba categorizando cada tarjeta. Al final, contabilizamos con palitos en su cuaderno cuántas emociones habíamos visto de cada.
3. En tercer lugar simulamos una consulta. Ella se sentó en «mi silla» habitual y yo en “la silla habitual” del paciente. Yo le ponía caras de emociones y le preguntaba que qué creía que me pasaba. Ella me identificaba la emoción y después yo le preguntaba que por qué creía que me pasaba eso, y ella trataba de inferir una situación que se asociara a esa emoción que estaba observando. Lo hizo bastante bien, aunque por cada emoción que se repetía solía dar ejemplos muy parecidos (p.e: si yo expresaba sorpresa, ella siempre infería algo relacionado con un regalo).
4. En cuarto lugar, le pedí ayuda para pensar cómo se encontraban unos niños que salían en unas imágenes y le pedí que se pusiera en su lugar para pensar lo que estaban diciendo o pensando. Lo hizo muy bien identificando emociones así como infiriendo situaciones a emociones del otro, sin embargo, esta vez por cada situación que infería yo le pedía que diera otras 2 posibilidades más, así fomentamos el pensamiento alternativo y la abstracción, además de la mentalización. Lo hizo muy bien.
5. Por último, para generalizar lo aprendido, nos propusimos investigar fuera del despacho cómo se encontraban las personas que estaban por el Centro, asique visitamos a varios compañeros y niños que estaban en sesiones y nos fijamos en su cara para inferir sus emociones y pensar si es normal sentirse así en la situación en la que estaban, o inferir por qué podrían estar así.
Con apoyo del material de emociones de AKROS así como con algunas de las dinámicas descritas, pudimos valorar de una forma lúdica: percepción y reconocimiento emocional, identificación emocional y etiquetado verbal de la emoción, mentalización sobre estados mentales en el otro, e incluso otros aspectos de forma secundaria como: atención selectiva, funciones de clasificación, memoria de trabajo, monitorización…etc.
Ahora ya podemos dar un reporte más exacto a la familia e incorporar las conclusiones preliminares en las siguientes sesiones de su plan de asistencia.
¿Qué otras opciones se ocurren?