Si alguna vez te has roto un hueso o conoces a alguien que se lo haya roto, lo más probable es que ya sepas lo que son los yesos y las férulas.
Bueno… quizá las férulas sólo te suenen de algo, ya que no estamos tan acostumbrados a verlas por la calle. No obstante y como veremos a continuación, existe un mundo de posibilidades detrás de ellas.
Una férula es un tipo de ortesis que tiene por objetivo restaurar o mejorar la funcionalidad musculo-esquelética del paciente en una zona determinada, lo que sin duda le ayudará a desempeñar sus actividades de la vida diaria de forma más eficiente. Se pueden aplicar tanto en miembros superiores como inferiores, en base a las necesidades de cada persona.
Podemos clasificar las férulas en dos grandes grupos: en primer lugar las estáticas, cuya función es posicionar adecuadamente la zona a tratar, sin permitir el movimiento pero manteniendo una determinada postura. Y en segundo lugar las dinámicas, que buscan mejorar la funcionalidad y ayudan al movimiento de la zona.
Pueden usarse en el tratamiento de numerosas lesiones, por ejemplo las de tipo traumatológico como fracturas, tendinitis o para conseguir la alineación de segmentos corporales tras intervenciones quirúrgicas. Además también son muy utilizadas como correctores posturales en lesiones neurológicas, independientemente de su etiología. Es precisamente éste último, el campo de aplicación donde se centra este artículo.
En pacientes que han sufrido un daño cerebral adquirido, una de las más utilizadas es la denominada férula de reposo, la cual se utiliza en el tratamiento de la espasticidad de la muñeca, mano y dedos, manteniendo la alineación funcional de la mano en una posición cómoda sobre una superficie rígida y confortable, y que además se ajusta perfectamente a cada mano gracias a cinchas elásticas con velcro. Otra usada comúnmente es la férula inmovilizadora de muñeca, que posiciona esta articulación en ligera extensión para permitir el movimiento de todos los dedos, a la vez que estabiliza y alinea la muñeca.
En cuanto a miembros inferiores, cabe destacar la férula antiequino, la cual podemos encontrar en su versión estática con el denominado rancho de los amigos o en su versión dinámica, como el tipo boxia. El objetivo de cualquiera de los dos es impedir la caída de la punta del pie, no obstante, el primero de ellos lo hace gracias a una superficie semirrígida que recoge desde la planta del pie hasta los gemelos, y el segundo con unas cinchas elásticas que traccionan el pie hacia el tobillo, invitando a la movilidad de la articulación y ofreciendo también la posibilidad la corregir el pie varo*, el cual aparece con frecuencia junto al pie equino**.
Generalmente, la integración de las férulas en el proceso rehabilitador viene de la mano del Terapeuta Ocupacional, el cual se encarga de valorar las necesidades de la persona y de buscar aquella férula que mejor las satisfaga. Llegados a este punto se pueden tomar dos caminos: elaborar manualmente una férula a medida del paciente o solicitarla a una ortopedia.
En el primero de los casos se garantiza una perfecta adecuación de la férula a la anatomía del paciente, ya que se toma un patrón a media del mismo como si de un traje o vestido se tratara. No obstante, se precisa de gran destreza y medios logísticos necesarios para elaborar estas auténticas «mini obras de ingeniería». Siempre se puede recurrir a la segunda opción, la ortopedia, que nos asegura unas terminaciones más delicadas aunque se eleve el precio.
Para realizar las férulas «caseras», tradicionalmente se han utilizado materiales termoplásticos, que ofrecen una gran variedad de resistencias y posibilidades. No obstante, todo avanza y se reinventa, y las férulas no podían quedarse atrás.
Actualmente se utilizan nuevos materiales para fabricarlas, por ejemplo el neopreno. Existen también férulas neumáticas hinchables, incluso otras elaboradas mediante impresión en 3D, el último grito en materia de férulas.
*Pie varo: Tendencia de la punta del pie a desviarse hacia dentro, hacia el otro pie.
** Pie equino: Tendencia de la punta del pie a caer hacia abajo, arrastrando en el suelo al dar un paso.
BIBLIOGRAFÍA:
- Tenney, CG., Lisak, JM. Atlas of hand splinting. Boston: Little Brown, 1986.
- Valero Merlos, E., San Juan Jiménez, M. Manual teórico práctico de terapia ocupacional. Barcelona: Monsa-Prayma, 2010.